Singing in Oblivion
El cementerio judío Währinger de Viena abrió al público en 1784, durante una época de tolerancia y prosperidad que coincidió con el nacimiento de la fotografía. Con el ascenso del nazismo, esta joya histórica de un cementerio Biedermeier fue profanada y se convirtió en un baldío, aunque los transeúntes notaban que detrás de sus altos muros de piedra sonaba como si hubiera oculto un paraíso de pájaros. El cementerio actualmente porta aún más cicatrices de negligencia política e inercial. Sin el cuidado de generaciones desplazadas o asesinadas durante el regimen nazi, las tumbas han sido decimadas por las ramas caídas y el crecimiento descontrolado de árboles ancestrales mientras que las palabras y símbolos de las tumbas desaparecen en el polvo. Singing in Oblivion mezcla material filmado en locación con imágenes laboriosamente extraídas de antigüos negativos de vidrio e impresas, un fotograma a la vez, sobre material fílmico de 35mm.
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