CUERPOS ENTREGADOS; una banda sonora

Por Pablo Rendón (@pagusrendon)

El Festival Internacional de Cine UNAM presenta una extensa selección musical a manera de banda sonora para acompañar la retrospectiva Tsai Ming-liang: Cuerpos entregados, a presentarse en su décima primera edición.

Crecí en Nanyang durante la era de la radio. Las canciones populares de ese tiempo formaron parte de la banda sonora de mi juventud. Zhou Xuan era la cantante favorita de mi padre, no disfrutaba sus canciones cuando era niño, pero llegué a adorarla. Lo mismo ocurre con Bai Guang, Li Xianglan, Wu Yingyin, Yao Li y Grace Chang. Las películas de los Shaw Brothers me llevaron a descubrir Everlasting Love  y Lover’s Tears. Entonces me di cuenta de que a mí también me encantaba cantar. Canto cuando estoy feliz, canto cuando estoy triste. Y estas son las canciones que me sé de memoria.
Tsai Ming-liang

El crítico Jean Pierre-Rehm habla del musical como género transgresor dentro del cine; otorga una nueva idea del “actor” y de su “rol” en la película, a la par que desafía la gravedad y la sintaxis para crear un mundo mágico y lleno de luz. La suma de todo lo anterior otorga fuerza a la interpretación. Son precisamente las incursiones musicales de Tsai Ming-liang en películas como The Hole, The Wayward Cloud y Visage las que en primera instancia podrían considerarse fuera del registro silencioso del máximo exponente del cine contemplativo. Sin embargo, precisamente como señala Rehm, estos disparatados números llenos de sonidos y colores estridentes sólo refuerzan la idea de soledad de los personajes en la historia.

La primera incursión de Tsai Ming-liang en el género fue con The Hole, donde un cierto aroma de nostalgia acompaña las piezas musicales. Las canciones de Grace Chang, referente obligado de la música popular hongkonesa funcionan, no a manera de contrapunto como en ocurre en la obra de uno de sus referentes, Bertol Brecht, sino como consolación; un premio para los que renuncian antes de que termine el juego, según el propio realizador.

La música se convierte por tanto en un refugio del sufrimiento de los personajes. Se presenta de manera abrupta y quizás cuando menos se le espera; de alguna forma, las piezas musicales en el cine de Tsai Ming-liang, mediante sus números bailables y canciones grandilocuentes, evitan que se expresen los verdaderos sentimientos. Se trata, pues, del musical como forma de incomunicación.

Para celebrar esta parte de su trabajo nos hemos dado a la tarea de recopilar las distintas pistas musicales, que son también la forma en que el cineasta rinde homenaje a las películas populares de Taiwán y Hong Kong que le sirvieron de referente en su etapa formativa, que aparecen a lo largo de su filmografía. Se trata de una banda sonora para la soledad que acompaña —¡vaya paradoja! a los protagonistas de estas historias.