Tsai Ming-liang: Transitar la soledad. En conversación con Eva Sangiorgi

Por Mauricio Rosas Hernández

¿Cuáles son las cosas anteriores a la pandemia que más extrañamos vivir? Probablemente en el contexto actual, de virtualidades y encierros, la posibilidad del encuentro no es algo que suceda con la misma frecuencia. Quizá también sea muy pronto para pensar en las consecuencias que estas distintas soledades dejarán en cada uno de nosotros y nosotras, pero no por ello habría que dejarlo pasar de largo. El trabajo artístico de Tsai Ming-liang precisamente toca esas fibras sensibles; desde sus primeras películas ha construido una estética singular a partir de personajes que sufren desencuentros existenciales pero que descubren su contrapunto en acciones que a primeras vistas parecieran mundanas: preparar una comida y compartir unos cigarros, recibir un masaje y curar el cuerpo, ser cómplices en largos silencios. Transitar la soledad, en estos días tan atípicos, resulta entonces un bálsamo para quien disfruta de su cine.

En el marco de la Retrospectiva de este año dedicada al cineasta taiwanés: Tsai Ming-liang. Cuerpos Entregados y en conjunto con Eva Sangiorgi, fundadora de FICUNAM y actual directora del Festival de Cine de Viena, VIENNALE, tuvimos el gusto y el privilegio de compartir una clase magistral alrededor de su trabajo fílmico.

La clase comenzó con una pregunta acerca de los conceptos de tiempo y continuación que se ven reflejados en todo el trabajo del cineasta. Como ejemplo de ello, Eva Sangiorgi aludió a los largometrajes El río (1997) y Días (2020) que aún con 23 años de distancia comparten ciertas similitudes. Tsai Ming-liang comentó que para él la vida consiste principalmente en la repetición de acontecimientos: “La repetición es uno de los puntos que más me llama la atención sobre el tiempo”. Particularmente mencionó la cercanía personal con su actor de cabecera y con quien ha filmado la mayoría de sus largometrajes, Lee Kang-sheng. “En 1992 Lee Kang-sheng comenzó a desarrollar una enfermedad muy grave, y es algo que hemos podido ver en las dos películas que mencionas”. 

Enseguida habló de la manera en que trabaja sus guiones. La mayoría de sus argumentos, menciona, están inspirados en eventos de la vida real, eventos que han suscitado diversos estados emocionales en él. Como ejemplo de ello cuenta el origen de dos de sus películas más famosas y aclamadas por la crítica: Rebeldes del dios neón (1992) y Viva el amor (1994): “Conocí a Lee Kang-sheng cuando él estaba por entrar a la universidad de Taipéi, es una etapa muy conflictiva para la mayoría de los jóvenes pues existe mucha presión social para que terminen con sus estudios. De esa situación comencé a trabajar la idea de un joven en crisis. Por otro lado, en cierta ocasión comenzaron a remodelar un departamento frente a mi casa, entre todo el ruido que provocaba y la experiencia desagradable que sentía todos los días es que surgió Viva el amor”.

Para Tsai Ming-liang el proceso de la construcción narrativa es muy importante; aunque la mayoría de las veces no cuenta con un guion terminado y comienza el rodaje con una idea muy vaga de lo que va a ocurrir, es en conjunto con su equipo de actores que decide hacia dónde caminará la película. “Nunca les doy un guion terminado. Yo mismo no sé hacia dónde va la historia. Construimos conforme pasa el tiempo, con mucha calma”. Respecto a los ambientes y los espacios que aparecen en sus películas, aseguró que todos tienen un significado personal muy importante para él y no filma en locaciones por azar: “Son espacios que he visitado anteriormente y que siento muy cercanos a mí, pienso estos lugares como una vía para expresar nuestra subjetividad: en ocasiones no es suficiente con corporeizar nuestras emociones, por tanto la función del espacio es de suma importancia, ayuda a aliviar esas cargas”. “Considero que el espacio es tan importante como un personaje más dentro de mis películas, recorro las locaciones varias veces y en conjunto con mis actores es que construimos la puesta en escena; tomamos en cuenta las cualidades específicas de los lugares como las horas buenas de luz y la posición en la que podríamos colocar la cámara”.

Eva Sangiorgi continuó la conversación preguntando acerca de la parte pictórica de sus filmes. Al respecto el cineasta taiwanés volvió a la idea de que a través de su carrera cinematográfica se ha interesado por filmar acontecimientos de la realidad: “Considero que a diferencia de otros directores, encuentro sentido en planos donde aparentemente no hay ningún significado, donde en la pantalla hay pocas acciones: para mí esos momentos desbordan significado”. Dentro de esta búsqueda destacó su colaboración con el director de fotografía Liao Pen-Jung quien también es un miembro recurrente de su equipo. “Liao Pen-Jung entiende perfectamente a dónde vamos con cada producción, sabe cuál es el espacio que buscamos y que cada plano debe ser tan estético como sea posible”.

Dentro del cine contemplativo un elemento fundamental es el sonido, respecto a su función como constructor dramático Tsai Ming-liang reconoce que en sus películas la parte sonora es exagerada hasta cierto punto: “Generalmente tenemos un solo protagonista que es solitario, estamos viendo un punto de vista, por lo que no hay mucha interacción entre personajes y los diálogos son contados, de ahí que los sonidos ambiente sean muy importantes. A través de estos sonidos podemos acercarnos a los sentimientos, a la psicología de los personajes”. Mencionó que le gusta generar contrastes usando el sonido como herramienta, entre escenas con un sonido amplificado y escenas en medio del silencio total.

Eva Sangiorgi continuó: “En Goodbye Dragon Inn vemos muy pocos espectadores en la sala de cine, la cultura cinematográfica ha cambiado mucho en los últimos años y considero que usted ha sabido acompañar estos cambios, ¿de qué manera esta evolución lo ha llevado a cambiar sus formatos?”. Enseguida, el cineasta respondió que en efecto, las plataformas de streaming han cobrado una relevancia enorme y que la manera de exhibir películas cada vez es más reduccionista. Agregó que los cines con miles de butacas como el que se ve en su película casi han desaparecido. Además asegura que en la actualidad vivimos un cambio paradigmático en cuanto a los espacios de exhibición: “El cine ha experimentado cambios enormes en los últimos años. La nueva tendencia es la exhibición dentro de galerías de arte o museos. Y en ese sentido hay lecturas del cine dentro de la museografía propia. Pienso que en el futuro tendremos que pensar en esos lugares como las principales maneras de exhibición frente a las plataformas de streaming”.

En referencia a las simbologías del elemento del agua en toda su filmografía Tsai Ming-liang prefiere no dar explicaciones concretas pues según su percepción el agua puede representar muchas cosas: “Lo importante del agua es su característica primordial, es decir, que es natural, todos usamos el agua aún sin ser completamente conscientes de su importancia, nosotros somos como una planta que necesita del agua”. Finalmente explicó que la relación de este elemento con sus personajes es polisémica: en ocasiones pueden ser las lágrimas pero también otros sentimientos.

Para cerrar la plática, habló un poco en referencia al equipo con el que ha colaborado en varias ocasiones, los mencionados Lee Kang-sheng y Liao Pen-Jung así como Miao Tien y Yang Kuei-Mei: “Mi relación con ellos es muy significativa, es a la par que mi relación con el cine, así como los lazos que creas con un hogar y una familia. En términos cinematográficos significa compartir una relación íntima con mis colaboradores a través del tiempo, verlos envejecer y hablar sobre sus vidas”. “Considero que es desde el interés genuino de explorar sus vidas que está construida toda mi filmografía, yo nunca he buscado hacer películas comerciales, pienso que lo que caracteriza mi cine son esas aproximaciones intimistas”.

Finalmente hubo espacio para unas cuantas preguntas del público donde Tsai Ming-liang pudo profundizar en los temas antes mencionados. Entre ellas habló de la vigencia de sus películas en el contexto de la pandemia y en especial de su relación con los sentimientos de una sociedad: 

“En mi filmografía siempre estoy retratando el momento que estamos viviendo, en distintas etapas para cada uno de los involucrados. De cierta manera todos buscamos ser comprendidos, pero es imposible que eso suceda: el otro no nos comprenderá en su totalidad jamás”. “Más que emitir un juicio sobre ello, lo que intento hacer con mi cine es retratar esos deseos irresueltos, mostrar las frustraciones que te orillan a cometer ciertas acciones como una manera de encarar a la sociedad”.