
Tiempo de híbridos: Las mutaciones de la crítica. Mesa 2. Desplazamientos sedentarios
‘‘El recordarle al espectador que sus decisiones de qué están viendo y cómo están poniendo su atención, construye también al mundo, a mí como crítica me parece que está en el centro de mis objetivos.’’
-Sofía Ochoa
En el primer fin de semana del FICUNAM 11, se presentó de manera totalmente virtual la segunda mesa Desplazamientos sedentarios, del ‘‘Foro de la crítica permanente. Tiempo de híbridos: Las mutaciones de la crítica’’, que imparte la ya legendaria Cátedra Ingmar Bergman de la Universidad Nacional.
Moderada por Sofía Ochoa, quien es crítica de cine, y acompañada del filipino Noel Vera, también crítico de cine y escritor, de Ana Elena Tejera, cineasta y psicóloga originaria de Panamá pero que radica hoy día en Francia, de Pedro Adrián Zululuaga, crítico de cine y programador proveniente de Colombia, y de Sandra Luz Barroso, antropóloga y cineasta mexicana, la mesa trató principalmente sobre la reconfiguración de la crítica y de la narrativa actual.
Ana Elena fue la primera en tomar la palabra, al tratar el cierre de las salas de cine como símbolo de una cancelación de la cultura, de la sospecha hacia las ciudades que ha despertado la pandemia, y la posibilidad de volver a cultivar la tierra. Igualmente puso de relieve el aspecto ritual del cine, el cual se pierde al no poder asistir a la proyección de una película. Con las pérdidas que eso implica para la comunidad. ‘‘Hay algo en el cine de ritual. La sala de cine es ritual. Trabajamos meses por ese ritual, la sensación del sonido, que creo es evidente. Se necesita el ritual del cine donde tú sientes el cuerpo de otra persona por una emoción, y eso te emociona, o te hace sentir una sensación (sic). Esa colectividad… que es difícil de perder’’ .
Pedro Adrián se refirió a su experiencia del año pasado cuando participó en sus últimos proyectos, uno para el FICC y otro para el FICUNAM respectivamente, ambos de tipo cinematográfico, y que representaron la despedida de un mundo y la bienvenida de otro más. La reflexión sobre la casa como lugar de todas las experiencias posibles, o como la separación entre el adentro y el afuera, ocupó parte de su intervención pues él cree que ‘‘las películas que vemos en la casa también pueden ser experiencias transformadoras’’, al poner en juego la idea del desplazamiento y al invitar a la creación artística desde lo más íntimo, desde lo más doméstico.
Noel Vera, a su vez, habló de cómo el ser crítico de cine es para él más bien su identidad, y del problema que para ello significa no salir a los festivales, conocer gente en persona, o como él mismo dice en sus propias palabras ‘‘ver películas proyectadas en 35 milímetros, en nitrato, y luego ir a un café. […] Hablar de la película después de haberla visto’’. Asimismo abordó no tanto la monetarización del cine, sino que interrogó la forma en que éste pueda ser sostenible para críticos o directores. E hizo un llamado a mantener los ojos abiertos en torno a los trabajadores de la industria, maquilladores, cineastas, guionistas, pues resultan ser una preocupación en medio de esta crisis, alterando las lógicas de las industrias.
Sandra Luz, finalmente, expuso cómo la contingencia modificó sus planes afortunadamente para mejorar su trabajo, en cuestiones relacionadas con el sonido. De igual modo resaltó la revaloración que este hecho supone para su película El compromiso de las sombras, donde se retratan rituales fúnebres de la comunidad de San Nicolás de la Costa Chica en el estado de Guerrero. Para la autora -que apuesta por romper el abc del canon cinematográfico o por romper el consumo algorítmico-, el detenerse, en contraste con la celeridad adoptada, implicó el pensarse desde la ciudad o el volver, ya que ‘‘es importante reconectar con el lugar del que es uno, la casa, el espacio donde te encuentras contigo misma’’.