
Soles negros, por Karina Ansolabehere
La película nos muestra un México de duelo. Un México que poco tiene que ver con el país que se aproxima a la muerte con irreverencia. Con las calacas y las calaveritas. Nos muestra un México en tonos de gris, que perdió el color, como el sol del título. Un país que es una gran tumba, pero en el que no se pueden alzar cruces porque no se sabe que pasó con quiénes no están.
Nos muestra que hay viejas desapariciones y nuevas desapariciones en diferentes puntos en el mapa: Ciudad Juárez, Ecatepec, Boca del Río, la CDMX, Tamaulipas y Guerrero que probablemente lo única característica que tienen en común sean sus desaparecidos. Nos muestra a las madres, esposas, hijas y hermanas que buscan. Nos muestra la presencia cómplice de las autoridades, y, el secreto a voces sobre lo que sucede.
Nos muestra rostros cansados, rostros que sufren, rostros aguerridos, rostros que explican.
Nos muestra también que tanto las viejas como las nuevas desapariciones quedan impunes.
Nos propone un ritmo pausado, angustioso, que es probablemente el ritmo de la ansiedad de saber que algo está mal y que nada pase.
Llevo casi tres años trabajando las particularidades de las desapariciones en México, a través del Observatorio sobre Desapariciones e Impunidad, en muchos de los soles de la película. Creo que Soles negros, con el lenguaje del cine nos asoma a las diferentes capas del problema.
Quiero referirme a esas capas.
Diferentes violencias en el tiempo: nos hace recorrer la violencia contra la oposición política en los 70´s, violencia contra las mujeres en los 90´s y hoy, y violencia de la guerra contra las drogas, violencia contra defensores de derechos humanos y periodistas. Las desapariciones son el resultado convergente de estas múltiples violencias.
El espacio: hay lugares muy variados, desde Ciudad Juárez, a la colonia Narvarte pasando por Ecatepec. Son ciudades grandes y zonas rurales.
Las víctimas: son jóvenes y las mujeres en general son más jóvenes que los hombres, con bajo nivel económico en su mayoría.
Las mujeres desaparecen por cuestiones ligadas a roles de género: porque están en la casa cuando se llevan a sus familiares, por ser pareja de alguien o por el tipo de trabajo que realizan.
Cómo se cometen: las personas desaparecen en sus casas, en sus trabajos o en las vías públicas y carreteras. Son lugares cotidianos.
Quiénes las cometen: particulares y agentes estatales y en algunos casos agentes estatales con particulares.
Las autoridades también actúan por omisión. Cuando no ven, cuando no investigan, cuando pierden los cuerpos que tienen que identificar o cuando pierden un expediente.
Cómo responden las autoridades: prácticamente no responden con la investigación y la búsqueda. Es un problema extraordinario que desborda a las instituciones ordinarias. Saber qué pasó con las personas que no están, cuando se cuentan por decenas de miles, implica capacidad, voluntad y años de trabajo.
Respuesta de los familiares y las organizaciones de la sociedad civil: suplantaron, salieron, buscaron, investigaron. Las familias, y principalmente las mujeres de las familias, son las principales buscadoras, investigadoras, las forenses, y las abogadas.
Son esas mujeres, sobre todo mujeres, las que no se quedaron esperando.
Aunque todavía no hayamos asumido el problema como un problema colectivo, ya no somos las mismas, como tampoco somos las mismas después de hacer el viaje que nos propone Soles negros.
Karina Ansolabehere (IIJ-UNAM)