
Mano de obra: Una entrevista con David Zonana
Por Pablo Rendón (@pagusrendon)
Mano de obra, ópera prima del realizador mexicano David Zonana, forma parte de Ahora México, del Festival Internacional de Cine UNAM, sección que se ha convertido en un espacio de estreno del cine independiente mexicano en la Ciudad de México. Tuvimos la oportunidad de hablar con el cineasta de su primer largometraje como director, en el que cuestiona el privilegio y su relación con un orden que se encarga de perpetuar la injusticia.
Pablo Rendón: ¿Qué representa para ti el que tu película haya sido seleccionada por el FICUNAM?
David Zonana: Es la primera vez que participo en FICUNAM, es una selección muy especial. Yo soy de la Ciudad de México, nací aquí, y éste es el Festival más representativo de la ciudad, así que estoy muy contento de participar. Además, es una selección muy bien curada y es un festival con mucha historia.
PR: Además, el FICUNAM es una ventana para el espectador ávido de un cine distinto y que no siempre encuentra espacios de exhibición…
DZ: Sí, justamente. El espacio que brinda el festival es invaluable para un director, para un autor, o cualquier persona que está haciendo cine de este estilo. Que haya espacios que se preocupan por mostrar este tipo de películas, que a lo mejor retan un poco más al espectador, es muy valioso; tanto que haya el espacio como que haya el público dispuesto a echarse el clavado en esta selección que sin duda les va a llegar, les va a atraer mucho.
PR: Es el estreno de Mano de obra en la Ciudad de México, ¿correcto? ¿Qué sientes al presentarla en tu ciudad natal?
DZ: Sí, correcto. Justamente lo que decía al inicio; nací en la Ciudad de México, he vivido aquí toda mi vida y es un momento muy especial que mi película se vaya a proyectar, por fin, aquí en la ciudad que es mi casa. Verla con mi gente, seguramente van a ir muchos amigos, familia… Entonces, va a ser una proyección muy especial.
PR: Tu película ha formado parte de algunos de los festivales de cine más importantes a nivel mundial y ha recibido críticas muy favorables, ¿te esperabas este recibimiento?
DZ: Bueno, uno nunca se lo espera. Cuando estaba haciendo la película jamás pensé en el alcance que podría llegar a tener, que por suerte ha sido muy positivo. Ha recorrido varios festivales: Toronto, San Sebastián, Londres… Y bueno, ha llegado el momento de volver a casa y presentarla acá. Estoy contento con el resultado y, sobre todo, entusiasmado por lo que pueda representar a la hora de hacer más películas y continuar con mi carrera.
PR: Tienes una trayectoria significativa como productor, ¿cómo fue dar ese salto a la dirección de tu primer largometraje?
DZ: Empecé en esto del cine casi fortuitamente. No estudié cine, conocí a Michel Franco cuando estrenó Después de Lucía y empecé a trabajar con él en su productora y a aprender. El camino se dio, naturalmente, por producción. Yo en realidad no conocía mucho del medio y la producción es una muy buena forma de empezar; tienes que conocer cómo funciona todo si alguna vez quieres hacer algo más creativo. Llegó un momento en que decidí que quería explorar este lado creativo, que siempre me había interesado, desde más joven, no necesariamente en el cine, pero en otras artes. Bueno, y cuando empecé a conocer el lenguaje cinematográfico gracias a mi trabajo en producción, fue fácil dar el salto a escribir y dirigir. Siempre fue mi idea hacer algo creativo.
PR: Mano de obra es una película que toca un tema sensible como lo es el privilegio, ¿fue un relato difícil de elaborar?
DZ: No diría difícil. Bueno, difícil como elaborar cualquier relato, pero al ser un tema tan personal no batallé mucho con los motivos para realizar la historia, que es lo que puede costarle más trabajo a un escritor. En este sentido, estoy hablando de temas que me mueven profundamente, que me preocupan, que vivo día a día. Eso hace que a la hora de escribir todo fluya de una manera más orgánica porque estás hablando de algo personal. Luego están todos los tecnicismos y demás; escribir una historia que funcione, que atraiga al público, que mantenga la tensión. Eso es otra historia y eso toma tiempo, por eso el cine es tan tardado, tan largos los procesos, pero se disfruta también. Parte de hacer algo creativo es ese trabajo que le tienes que meter y hablar de temas que, además, son socialmente vigentes lo hace un poco más interesante.
PR: Quiero insistir en el tema del privilegio porque es muy difícil encontrar películas que realmente lo cuestionen…
DZ: La película tiene ese retrato de la sociedad mexicana, pero me he dado cuenta que también mundial, ahora que he estado de gira en diversos festivales con diferentes culturas. La gente se ha conectado con la película, creo que es algo que se vive en todo el mundo; los contrastes sociales, los contrastes económicos y demás. Sí, claro que la película toca el tema de privilegio, del sistema en el cual vivimos y cómo de pronto te puede tocar en un lado o en otro, de lo que eso representa gracias a un sistema que no escogimos, pero nacimos en él, y que es injusto para la mayoría.
PR: En ese sentido, ¿consideras que es una película combativa?
DZ: Sí, podría decir que es combativa hacia el sistema, no un combate entre clases porque la película habla de por qué ese combate no funciona. El sistema es lo que genera ese combate y el sistema es lo que no funciona. Eso es lo que yo creo que tenemos que pelear, no tanto la lucha de clases, que es generalmente donde cae la superficialidad de este tipo de proyectos, pero en este caso ir un poco más atrás porque, ¿cómo llegamos a esta situación? Eso es lo que tenemos que pelear.
PR: Una pregunta con jiribilla: ¿la casa es de quien la trabaja?
DZ: Es complejo. Es una pregunta que es difícil contestar porque si fuera de quien la trabaja, ¿quién paga los materiales? Al mismo tiempo, también es injusto que ese sistema permita que cierta gente tenga acceso a tener estas casas sin hacer el mínimo esfuerzo, a diferencia de esta gente que las construye. No es algo que se pueda responder fácilmente y creo que eso es parte del problema en el que estamos metidos, donde hay tanta diferencia social. Sería un mundo ideal que la gente construyera su propia casa con sus manos, con el apoyo de su comunidad, de gente cercana. Algo no tan capitalista, no tan voraz como lo que vivimos hoy en día. Me lo imaginó así, pero es una pregunta complicada.
PR: El lema de la décima edición de FICUNAM es “El cine que provoca”, ¿tú qué esperas provocar en el espectador que vaya a ver Mano de obra?
DZ: Principalmente provocar el pensamiento, la conversación. La gente que ha visto la película me ha dicho que el tema está día a día ahí, pero que no siempre le ponen atención; que se olvida, que pasa a un segundo plano por los problemas que tiene cada persona. Quiero generar eso; un poco de duda, de cuestionamiento a la forma en que funcionan las cosas, que es lo que creo que como artistas nos toca: acercar estos temas evidentes a la conciencia colectiva y con eso esperar que las cosas sigan un mejor rumbo.