Lejos de la razón; Presagio, de Juliana Zuluaga y Tiagx Vélez
Por Graciela Ríos
Un presagio es la manifestación de un proceso intuitivo que está más cerca del misticismo que de la lógica de la razón. Este muchas veces se revela a través de imágenes oníricas, maquinaciones que elabora el inconsciente a partir de la interpretación de señales que toma prestadas de la realidad.
En Presagio, la artista Analú Laferal convierte su manifiesto transanimal en un relato distópico en el que se augura la caída sistémica de las estructuras sociales tradicionales para dar paso a un nuevo orden regido por las leyes de la naturaleza. Los nuevos humanos se han vuelto salvajes y viven en armonía con su entorno –o lo que resta de él–. Se ha derribado el complejo de superioridad que antes los separaba del resto de las especies.
La película exalta la experiencia sensorial en el dinamismo con el que transita de las imágenes de un mundo orgánico en el que prevalecen las escenas de rituales con fuego, árboles que se mecen con el viento y la furia de las aguas que atraviesan el cauce de un río, hasta llegar a un ambiente futurista en el que el sonido es cada vez más sucio, intervenido por el ruido que emiten los cables de alta tensión de las enormes torres que aparecen en parajes desiertos, como restos arqueológicos de una civilización extinta. La voz en off que narra la fábula desde el inicio se vuelve cada vez más artificial, como si se tratara de un robot, mientras coloridas luces hipnóticas erigen túneles que conducen hacia un futuro incierto.