
FICUNAM desde dentro y desde fuera
Por Abril Alzaga, directora ejecutiva del FICUNAM
La Cátedra Bergman se gestó en 2010; es decir, de manera paralela al FICUNAM. Esa coincidencia en tiempo y espacio dio a lugar a una de las colaboraciones más afortunadas y productivas entre proyectos de la Coordinación de Difusión Cultural. Dos proyectos hermanos para ofrecer un escaparate del cine que no llegaba a México por la vía de los circuitos regulares y un espacio de reflexión más profunda sobre su quehacer.
Por un lado, FICUNAM ofrecía una programación curada con mucho rigor en lo que respecta a la parte formal del cine. Un cine que obligaba a abrir la discusión y el diálogo con los creadores. Y por el otro, la Cátedra Bergman ofrecía el espacio para diseccionar los procesos creativos entre creadores nacionales e internacionales, y de diálogo directo entre los creadores con el público.
Para mí FICUNAM abría el horizonte a cinematografías que solo programadores muy curiosos y ávidos de explorar lo que ocurría en los márgenes podían ofrecer. Desde ahí trabajamos en la concepción de cómo detonar la discusión y cómo invitar a recibir estas propuestas para generar más públicos, que resultó por ejemplo en la creación del Foro de la Crítica y los modelos de conversación para las clases magistrales. Siempre hubo el interés por colaborar de una manera muy cercana al festival con el fin de enriquecer.

Esta cercanía con el festival desde la estructura interna de la UNAM me ha dado herramientas vitales para tomar la dirección ejecutiva del FICUNAM y para saber valorar el legado que recibimos en las manos. Hemos conservado todo aquello que le ha dado identidad, como por ejemplo las competencias o el catálogo escrito de manera crítica como un sello irrenunciable. Y también lo hemos crecido, explorando nuevas zonas como el proyecto CATAPULTA, un esfuerzo para ayudar a películas que nos gustaría ver programadas, a que sean concluidas y encuentren un lugar en el mundo para ser proyectadas.
Si bien cuento ocho años de colaboración cercana con el festival, FICUNAM ha sido un reto enorme. Una cosa es colaborar en un espacio muy específico y otra meterse en las entrañas de la organización de un festival de cine en la que se comparte la toma de decisiones. Una cosa es entender el espíritu y los objetivos del festival, y otra insertarse en la lógica de la distribución, de los tiempos de terceros, los apoyos financieros, de un equipo más o menos formado y más grande que se va incorporando de a poco, al tiempo que se quiere conservar el nicho creado y crecer sin sacrificar identidad. No ha sido fácil pero sí emocionante. Seguramente habrá que pulir muchas cosas para la siguiente edición, no cabe duda. Pero si el público encuentra algo que llame su atención y lo haga salir de las salas, tanto del cine como de las conferencias, con ganas de intercambiar ideas y abrir una conversación, habremos completado nuestra primera misión.