
Encuentros en vivo: A Day in a Life
Por Mauricio Rosas Hernández
El cine de autor suele recuperar los mejores elementos estilísticos de las y los cineastas a lo largo de su trabajo artístico, con películas que cuentan el mismo tema desde distintas perspectivas. Sin lugar a dudas un ejemplo de ello es Larry Clark, quien ha construido para sí un lugar muy importante dentro del cine estadounidense de los noventas como uno de los exponentes del cine under.
En esta edición de FICUNAM tenemos el gusto de presentar el estreno mundial de su nuevo cortometraje codirigido con el joven músico y director Jonathan Velasquez: A Day in a Life. Aquí les contamos brevemente el encuentro en vivo que transmitimos por nuestras redes y en colaboración con Cine Tonalá; una conversación entre Jonathan Velasquez y Michel Lipkes.
Hasta los 21 años Jonathan no había salido del condado de Los Ángeles; pasaba el tiempo en la calle, escuchando la música de The Misfits y practicando skateboarding con sus amigos, ahí fue donde conoció a Larry. Él comenzó a compartirle su gusto por Bob Dylan, Duke Ellington y la fotografía y poco a poco se hicieron amigos.
Desde su participación en Wassup Rockers (2005), Jonathan pudo aprender la forma en la que Larry dirigía a sus cinematógrafos y a sus actores. Larry le ofreció trabajar con él y así fue como aprendió las bases para convertirse en director, a la par que desarrollaba su vida como músico.
Jonathan se mudó a París a los 24, ahí conoció la vida juvenil del viejo continente y se sorprendió por la cantidad de fumadores adolescentes. “Fumaban todo el tiempo, caminaban, fumaban, se bañaban, fumaban”. Él y sus amigos iban a las fiestas y al día siguiente veían las montañas de ceniza esparcidas por el suelo. “Cuando preguntaba a los demás por qué fumaban tanto me decían que era porque la chica o el chico que les gustaba también lo hacía”. Así fue como surgió la idea de hacer una película.
Llamó a Larry y le contó la idea que tenía, pidió su ayuda para la realización del guion y se juntaron para codirigir A Day in a Life. La manera en que dirigieron a los actores fue muy natural “poníamos situaciones y ellos hacían lo que querían, la cámara casi nunca cortaba”. Para Jonathan, la realización de la película fue más como una lección, pues escuchaba e intercambiaba ideas con Larry todo el tiempo, como eran amigos ese proceso fue muy fácil. En cambio, el reto comenzó en la edición pues al final del rodaje tenían una hora de material. Mientras Larry no quería cortar ciertas secuencias, necesitaban un formato de cortometraje, por lo que esas decisiones fueron las más complicadas.
Respecto a la estética de la película, la dupla de directores quería dar la sensación de un acercamiento muy íntimo, de ahí que utilizaran lentes macro y una relación de aspecto 3:4. Se interesaron por las texturas y los detalles de la piel. Con la utilización de esos encuadres cerrados, en la concepción de Larry, no se desperdiciaba el espacio cinematográfico.
Al finalizar la plática, una de las preguntas del público cuestionó a Jonathan sobre el significado de ser joven. Él reconoció que la juventud ya se le escapó, pero comentó: “Ser joven significaba más libertad”. Posiblemente lo mismo podemos decir de las películas y del trabajo fotográfico de Larry Clark: sostuvo en sus propuestas artísticas una libertad muy polémica para la sociedad estadounidense de los setentas (y aún para la actualidad), que al menos en la cinematografía de entonces no contaba con ejemplos parecidos.
Todavía hoy resuenan las palabras de esas generaciones jóvenes que realizaban un cine original y fresco, alejado de las grandes producciones hollywoodenses, así es como Jonathan termina la conversación: “Puedes tomar una cámara con tu amigo y hacer una película, lo importante es tratar y tratar, tener una idea y hacer películas”.