Por Luis Rivera (@LuuisMRivera)

La identidad y la nación son temas importantes para muchas personas y países, la necesidad de pertenencia a algún lugar, ya sea por cuestiones político-religiosas, o por simple ímpetu de creer que se debe ser parte de un grupo social con ciertas características y creencias. También es verdad que cada vez más se impregna la idea de que no pertenecer a ningún sitio y a todos al mismo tiempo, es una forma de romper barreras y de eliminar prejuicios entre naciones. 

Elia Suleiman (Nazaret, 1960) es un cineasta (autodidacta) palestino. Desde muy joven salió de su país para estudiar en Londres, donde conoció a John Berger, quien fue una de las personas que más le marcó su ideología artística. Sus Modos de ver (lo) cambiaron. Más tarde, en 1982, emigró a Nueva York de manera ilegal y fue entonces que explotó su interés en el cine. Es Ozu quizá el mayor referente en la mirada de Suleiman, de quien se pueden identificar elementos en su filmografía: conflictos familiares y generacionales. 

El primer impulso cinematográfico que tomó forma en pantalla fue la codirección de su primer película al lado de Jayce Salloum. El documental Introduction to the End of an Argument marca el punto de partida de una clara forma de ver las cosas del cineasta, pues se trata de un ejercicio de desarmar el estereotipo caricaturesco de árabes y palestinos en los productos de consumo occidentales.

Lo que vino después en su obra, fue una trilogía en la que termina por hacer evidente su total interés por explorar la identidad a través de la imagen más pura: Chronicle of a Disappearance, Divine Intervention y The Time That Remains.

En Chronicle of a Disappearance, Suleiman hace un metarrelato en el que un cineasta palestino documenta la pérdida de la identidad del pueblo árabe habitante de Israel, en el contexto donde Benjamin Netanyahu había sido recién electo. La cinta más autorreferencial a su persona sin duda alguna, pues el personaje que además interpreta  él mismo, recién vuelve de Nueva York y se encuentra en un territorio que ahora desconoce. Luego, en Divine Intervention, recurre a las relaciones personales para contar la historia de un hombre enamorado de una mujer con un padre enfermo, en la que los conflictos políticos y territoriales atraviesan la trama. Finalmente en The Time That Remains acude a los diarios de su padre y a las cartas que su madre enviaba a los familiares que tuvieron que abandonar el país, para contar en formato episódico el relato de su familia desde 1948 hasta llegado el siglo XXI. 

En su última película, It Must Be Heaven, una comedia casi muda dedicada a Palestina y a sus padres, vuelve a hacer de sí mismo como ese hombre que parece ser turista y que solo en un momento le aclara su procedencia a un taxista neoyorquino: “soy palestino”. La cinta sucede en Nazareth, Nueva York y París, y en ella Suleiman se va auto retratando en espacios muy identificables cargados de simbolismos que, como desde su primera cinta, cuestionan el comportamiento político y social. Nada es evidente y nada es denuncia, todo se sugiere desde lo ácido de su mirada.

Este ejercicio recurrente de pertenencia en cada una de sus películas, representa un gesto contestatario y radical desde la sutileza más contenida que es pocas veces visto, uno político que nunca roza el lugar común, y una manera de entregar al espectador la perspectiva de un habitante que parece ser de ningún lugar. 

Además de inaugurar la décima edición con It Must Be Heaven, el Festival Internacional de Cine de la UNAM dedicará una retrospectiva a la obra de Suleiman, quien estará presente en la Ciudad de México con motivo de ello. 

Películas en retrospectiva

  1. Chronicle of a Disappearance (Israel – Palestina, 1996, 88 min)
  2. Divine Intervention (Francia – Marruecos – Alemania – Palestina, 2002, 92 min)
  3. The Time That Remains (Reino Unido – Francia – Italia – Bélgica – Estados Unidos – Palestina, 2008, 105 min)
  4. It Must Be Heaven (Francia – Alemania – Canadá – Turquía – Catar – Palestina, 2019, 97 min)