El poder sobre la naturaleza; El Pastor, de David Paredes

Por Matilda Hague

Comprometido con realizar un cine político, David Paredes retrata las labores cotidianas de la vida rural. Un pastor ha perdido a su abuela. Le acompañamos en su solitaria rutina. Observamos sus gestos mientras ordeña una vaca o cuando lía un cigarro. Estos pequeños rituales marcan el ritmo de sus días. Los momentos de silencio ceden espacio a la reflexión. De hecho, no sabemos muy bien a quién dirige la palabra. ¿A nosotros? ¿A sus vacas? ¿A sí mismo? Entonces cuestiona en voz alta la existencia de Dios, porque como Santo Tomás, duda de lo que no ha visto con sus propios ojos.

El pastor mantiene una relación íntima con la naturaleza, a la que parece haber domesticado. Esto es visible cuando, de acuerdo a la personalidad de los animales, reconoce a cada una de sus vacas; también en el momento en el que con serenidad, juega a meterse un alacrán en la boca. Aun con ese poder absoluto sobre el mundo que lo rodea y los seres que lo habitan, el pastor no logró mantener a su abuela con vida. “Dios es Dios y yo soy yo, y yo no puedo hacer milagros”, sentencia humildemente.