El peso de la historia; O processo, de Maria Augusta Ramos

Por Sofía Ochoa

Aunque estamos en épocas de hiperbolización mediática, desde el inicio quedaba claro que el impeachment de la primera presidenta mujer de Brasil era un acontecimiento de importancia histórica, que reflejaría no sólo ideas icónicas que predominan en la sociedad brasileña, vicios perversos que tienen enmohecida a la sociedad (por usar un atenuante), sino también a buena parte de Latinoamérica; la documentalista Maria Augusta Ramos no tardó en detectar este nudo y pasó dos semanas de 2016 grabando los debates en la comisión del Senado en los que se decidiría si se destituiría a Dilma Rousseff o no. Sabemos cómo termina la historia, pero lo que resulta revelador en O processo es atestiguar cómo la verdad, pese a ser clara, va perdiendo valor en un escenario claustrofóbico, agobiante y, hasta cierto punto, deshumanizante. El filme está marcado por los permisos que la cineasta consiguió para grabar. Es por eso que buena parte del tiempo se le dedica al Partido del Trabajo, mucho más abierto, plural y joven que el resto; aun así, en conjunto, la clase política brasileña es prácticamente blanca, clasista, privilegiada. Pese a la rigidez del ambiente, la directora tiene un ojo sumamente sagaz, y encuentra y traza cambios emocionales en algunos de personajes, cambios que rozan el absurdo y lo grotesco; expone las historias que desgastan, que exhiben; presenta momentos de revelación y de absoluta mierda. Todo el desarrollo fue tan rápido que las ideas del documental están avaladas por el peso de la historia.