El instante que no fenece; Present. Perfect, de Shengze Zhu
Por Maximiliano Cruz
En torno a la billonaria industria del live-streaming en China ha proliferado un fenómeno de inusitados alcances extra mercantiles. En paralelo a populares presentadores que generan contenido consumido por millones de chinos al año, operan anchors, término en inglés que denota a los que transmiten, cuyo único canal de interacción con el mundo, y a veces único modo de ganarse la vida, es a través de transmisiones de momentos cotidianos en tiempo real, no siempre a nutridas audiencias. De diversas provincias y dialectos abarcando un amplio rango de oficios, hobbies y conflictos que van del aburrimiento de sus protagonistas a las habilidades físicas especiales por nacimiento o accidentes, las sesiones elegidas por la directora Shengze Zhu nos adentran en la esfera cotidiana de anchors que comparten entre sí la marginalidad y una mirada donde brilla el optimismo a pesar del infortunio. En la coyuntura que vivimos donde el mundo tangible se amalgama con el virtual, la desventura de los personajes deviene en empatía gracias al dispositivo, que además de trascendencia, otorga beneficios económicos pues los anchors pueden recibir regalos virtuales canjeables por dinero.
Presente perfecto, en el idioma inglés, es un tiempo verbal que refiere hechos ocurridos en un pasado reciente con influencia en el presente. Para Shengze Zhu, el presente perfecto sería, en todo caso, el instante que no fenece. El acto de recopilar y ordenar en un entramado narrativo imágenes que en esencia pertenecen al ámbito efímero del live-streaming es, de por sí, una contravención del dispositivo y revela un claro interés por estirar las fronteras del documental hacia cautivantes territorios. Atenta a la humanidad de los personajes en las decisiones cardinales del montaje, la directora logra este asombroso testimonio en blanco y negro de la soledad, echando luz sobre un revelador suceso sociocultural de nuestro tiempo.