
Diálogos extendidos: Lisa Marie Malloy y J.P. Sniadecki, moderados por Nicolás Pereda
En el marco de la décima primera edición del FICUNAM, este 23 de marzo tuvo lugar el Diálogo extendido de J.P. Sniadecki y Lisa Malloy, una plática para conocer todos los detalles acerca de la última película de ambos directores titulada A Shape of Things to Come, o en español, Las cosas que vendrán, y que forma parte de la sección Atlas del festival.
En la transmisión participaron Nicolás Pereda, quien estudió cine en la Universidad de Nueva York, además de haber sido ganador ya en la sexta edición de nuestro festival con su película Minotauro en la categoría Ahora México tiene una importante carrera con valiosos premios en Berlín y Venecia. J.P. Sniadecki, director, antropólogo y profesor de medios documentales en la Universidad de Northwestern en Chicago, el cual ha destacado en el MoMA por su trabajo y su trayectoria que, cabe la pena señalar, no sólo está salpicada de significativas exhibiciones alrededor del globo sino que de hecho está atravesada por una necesidad de retratar experiencias sociales desde lo individual hasta lo colectivo, llevando esas demandas a los diversos lugares en los que se presenta. Asimismo, Lisa Marie Malloy, quien es una directora de cine muy joven, se define a sí misma como una artista comprometida, donde el cine es utilizado como un recurso para la experimentación.
Hablaron del origen del filme, que se dio a partir de un viaje por parte de Sniadecki a Sonora, México. Él estaba dirigiendo El mar, la mar y en el rodaje conocieron a Sundog, el personaje principal de A Shape of Things to Come. Tras discutir la posibilidad de un trabajo más interesante, sin saber que serían dos años de locura, comenzaron a grabar: “pensando que, como proyecto, sería mejor si los dos o los tres trabajábamos juntos. Lisa accedió”. La figura de Sundog más como personaje que como persona era lo que valía la pena señalar, observar sus fantasías, su identidad conflictiva, inquietante, difícil de conciliar, y que se sitúa en un vaivén entre la narración y su propia personalidad.
La idea detrás de la obra, su trayectoria, fue otro punto a tratar. La franqueza de Sundog se reveló tempranamente en este aspecto. Lleno de emotividad y abierto a sus propias formas de vivir, distintas una de la otra, su forma de ser marcó dicho derrotero. Lisa afirma que “el filme en sí se fue construyendo al convivir con él por largos periodos de tiempo”. En pocas palabras, en realidad éste surgió de una manera muy profunda de explorar la visión del ecoterrorismo, y a partir de generar la pregunta: ¿Cómo debemos vivir en la Tierra? Salen entonces a flote las contradicciones, que son vividas en la experiencia cotidiana.
Colaborar, hacer una cinemática en conjunto da resultados sumamente fructíferos. Al respecto los directores comentan que lo mejor es una respuesta práctica. Rápidamente comprendieron que no era una persona de un documental, era más bien un ente ficticio, aunque él hubiera preferido un retrato de su vida. Lo que deseaban era editarlo mucho, resaltar su ‘discurso’. Sin embargo la intensidad se presenta en la asistencia mutua: ‘‘el filme final, creímos que lo iba a odiar, pero le encantó y dijo: «Me hicieron lucir muy bien». «No era el caso. No sólo queríamos hacerte lucir bien. Queríamos convertirte en un personaje, un personaje con el que la gente quisiera pelear»”. Comparte Sniadecki.
Parte de los problemas abordados en la obra giran alrededor del progreso, la frontera entre Estados Unidos y México, y la catástrofe climática global. Se hace evidente la intransigencia de las políticas norteamericanas, donde la manipulación del medio ambiente repercute en migraciones. Ya que del mismo modo en que las dinámicas sociales orillan a las personas a tomar la decisión de ilegalmente viajar a otro país a falta de dinero, existen los refugiados ecológicos. “La función de Sundog es su rebeldía y su relación poco seria con la ley y las estructuras”. Y eso es un poco de lo que vamos a ver en la película de Sniadecki y Malloy.