Crudeza hiperrealista; Ray & Liz, de Richard Billingham
Por Michel Lipkes
El fotógrafo y cineasta Richard Billingham empezó a ejercer la profesión desde muy joven. Unas de sus primeras imágenes eran de su padre, que pasaba el día marginado en la recámara de su departamento bajo trágicas circunstancias de vida. Algo de esto puede ser visto en uno de sus libros más afamados, Ray’s a Laugh. Estas vivencias y las fotos cobran vida en la ópera prima de Bilingham, Ray & Liz.
La película nos mete inmediatamente dentro de la ficción en una minúscula recámara junto con Ray, que está hundido en su cama, sobreviviendo gracias a un licor de fabricación casera que le proporciona un joven mensajero. Así, Billingham nos guía a través de un formato con un recuadro rectangular que nos remite toda la película a los orígenes fotográficos de las imágenes cinematográficas.
El limbo de Ray nos transporta hacia sus recuerdos cuando tenía una existencia social, y presenciamos momentos cruciales en la vida y la desintegración del núcleo de una familia marginada por la pobreza, el alcoholismo y la crueldad. Mientras que recorremos esas vidas, la narración se enfoca en el personaje que representa al hermano joven del cineasta. Una serie de circunstancias hacen que el joven sea separado de su familia mientras que ‘Rich’ se queda a vivir con su padres, ya que se aproxima a la mayoría de edad.
Cuando vemos Ray & Liz es inevitable no pensar en dos eminencias provenientes de las islas anglosajonas del norte de Europa: primero, en el cineasta Alan Clarke (homenajeado en este FICUNAM 2019) dada la crudeza hiperrealista en un entorno popular y muy afectado por la tragedia de la sociedad inglesa; pero también en el narrador irlandés Samuel Beckett, el abismo final de Ray no es muy lejano de los personajes hundidos dentro de sí mismos que muchas veces materializó Beckett.