COSAS QUE NO HACEMOS; gozar lo ausente

Por Jorge Negrete

La cámara obliga a mostrar una versión de la verdad entendiendo que a partir de su presencia quien es filmado puede inhibirse o liberarse. En el caso del documental Cosas que no hacemos, filmado en la comunidad de El Roblito, en el límite entre Nayarit y Sinaloa, el título podría aludir tanto a una verdad revelada como a una oculta, dependiendo de quién esté a cuadro. Pero el filme no tiene un solo protagonista, aunque sí una figura central: Ñoño, un joven de 16 años que gusta vestirse de mujer y que planea dejar pronto su pueblo para dejar de ocultarse y así poder asumir una nueva identidad en un contexto libre de juicios, pero no de los otros niños que juegan y corren impunes ignorando el estado de miedo que reina por el narcotráfico, sino por parte de sus padres. En el momento en el que Ñoño confronta a sus padres se obliga a una aceptación que se intuye, tomaría una forma distinta de no estar la cámara presente. En cierto modo, esta secuencia presenta una fantasía, como la del Santa Claus que desciende sobre El Roblito en la primera parte del documental, que desearíamos considerar como ‘real’. Tristemente, resulta más creíble la visita de un personaje ficticio que aceptar la libertad ajena. Más allá de los temas o la agenda social, este documental presenta tanto a niños jugando, corriendo y bailando, como a personas cuyas ocupaciones se integran a una dinámica particular en la que el acto de celebrar es esencial. En otras palabras, a gente libre que goza de aquellas cosas que ya no hacemos, independientemente de cómo estemos vestidos o quiénes queramos ser.

COSAS QUE NO HACEMOS
THINGS WE DARE NOT DO

MÉXICO
2020

71′
digital
color

Dirección
Guion
Fotografía
Bruno Santamaría Razo
Edición
Andrea Rabasa
Sonido
Andrea Rabasa
Zita Erffa 
Música
Tomás Barreiro
Reparto
Dayanara de Dios Cisneros

Producción
Abril López Carrillo
Compañía Productora
Ojo de vaca
FOPROCINE

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