La cámara obliga a mostrar una versión de la verdad entendiendo que a partir de su presencia quien es filmado puede inhibirse o liberarse. En el caso del documental Cosas que no hacemos, filmado en la comunidad de El Roblito, en el límite entre Nayarit y Sinaloa, el título podría aludir tanto a una verdad revelada como a una oculta, dependiendo de quién esté a cuadro. Pero el filme no tiene un solo protagonista, aunque sí una figura central: Ñoño, un joven de 16 años que gusta vestirse de mujer y que planea dejar pronto su pueblo para dejar de ocultarse y así poder asumir una nueva identidad en un contexto libre de juicios, pero no de los otros niños que juegan y corren impunes ignorando el estado de miedo que reina por el narcotráfico, sino por parte de sus padres. En el momento en el que Ñoño confronta a sus padres se obliga a una aceptación que se intuye, tomaría una forma distinta de no estar la cámara presente. En cierto modo, esta secuencia presenta una fantasía, como la del Santa Claus que desciende sobre El Roblito en la primera parte del documental, que desearíamos considerar como ‘real’. Tristemente, resulta más creíble la visita de un personaje ficticio que aceptar la libertad ajena. Más allá de los temas o la agenda social, este documental presenta tanto a niños jugando, corriendo y bailando, como a personas cuyas ocupaciones se integran a una dinámica particular en la que el acto de celebrar es esencial. En otras palabras, a gente libre que goza de aquellas cosas que ya no hacemos, independientemente de cómo estemos vestidos o quiénes queramos ser.
COSAS QUE NO HACEMOS THINGS WE DARE NOT DO
MÉXICO 2020
71′ digital color
Dirección Guion Fotografía Bruno Santamaría Razo Edición Andrea Rabasa Sonido Andrea Rabasa Zita Erffa Música Tomás Barreiro Reparto Dayanara de Dios Cisneros
Producción Abril López Carrillo Compañía Productora Ojo de vaca FOPROCINE