Algún tipo de verdad

Alejandra Márquez Abella, directora y Jurado en FICUNAM 9

La política habita el cine, es su huésped irremediable. Quizás es la forma en que lo hace lo que termina por definir autorías y estilos. El cineasta puede tomar el camino directo, plantear un discurso de forma clara y frontal, sin recovecos, sin complejidades; quedándose, si le va bien, en el retrato y, si le va mal, en el panfleto. En este caso, la idea de la película, su “moraleja” o su “mensaje” aparecerá de manera literal en las situaciones, en el arco de los personajes y en casos peores, incluso en los diálogos. Lo que sea que “quiere” la película estará insertado y será vaciado en el espectador como si se le estuviera alimentando por un tubo. Hay muchos ejemplos de otros caminos, la historia del cine misma está pavimentada con ellos. Desde los cineastas clásicos que sorteaban la censura de la época, pienso en esa escena en Trouble in Paradise, donde ante la imposibilidad de proyectar cualquier alusión sexual en pantalla, Lubitsch decide filmar la sombra proyectada de los amantes sobre la cama. ¡Los puso en la cama sin ponerlos, el genio!; hasta la resignificación del tiempo narrativo que plantea Lucrecia Martel, propuesta rebelde a la narración tradicional, al tiempo antropocéntrico, capitalista.

El cine o más bien, los elementos que lo componen: El encuadre, el movimiento, el sonido, el color, la dirección de actores, la luz, el arte, el vestuario, se organizan convirtiéndose en lenguaje, que a su vez es capaz de articular posturas, puntos de vista, una conversación profunda y compleja con el sujeto sentado en la butaca, un discurso que se desdobla y se separa del planteamiento puramente estético.

Las decisiones del cineasta siempre van a hablar; el “alma” de la película estará contenida en éstas. La película será política porque habrá escogido un lugar desde el cual mirar al mundo, aunque esta no sea la intención de su creador. Estarán las películas que sean complacientes con el estatus quo, intencionalmente o no, y las que pretendan romper con él. Estarán las películas que pretendan obviar el lenguaje cinematográfico y las que lo pongan al servicio del espectador para encontrar, en complicidad con él, algún tipo de verdad.